HA FALLECIDO UN GRAN HOMBRE”
Artículo escrito por Miguel Oneto G.
Hay en nuestras vidas obligaciones espirituales ineludibles, ingratas para nosotros, como la que hoy nos impone con tristeza en el alma y pesar en el corazón escribir estas líneas
La parca implacable, con guadaña de muerte, destructora de vidas, ha segado el hilo de una existencia digna, inteligente y útil. Cuan cierto, qué difícil es penetrar los misterios del corazón humano cuando loa conturba el sentimiento de la muerte.
Con profundo pesar, sentimientos del que vive y ve — con dolor — cómo pasan las cosas, cómo se va la vida — sin sentir — cuán débil e indefenso es el hombre — antes de la muerte — cómo brota el llanto — con dolor — cuando muere, cuando se va, definitivamente un hombre, MAESTRO Y AMIGO: Manuel Samillán Baca.
Desaparece intempestivamente lejos de Lambayeque, en Lima, víctima del traidor cáncer, una existencia espiritualmente vigorosa y fecunda; una vida consagrada al apostolado de la enseñanza, al culto de la inteligencia y a la práctica del bien, en ese crisol de juventudes, en ese laboratorio de estudio y del saber que se llama Juan Manuel Iturregui, su colegio tan querido.
Maestro de Maestros en las aulas del San José de Chiclayo, primero, del Iturregui de Lambayeque luego; ejemplo de vivismo y de disciplina en el colegio, en la calle y en el hogar, Samillán Baca, el gran Maestro, cual insigne escultor, supo modelar el alma juvenil para que sus alumnos fueran buenos estudiantes y ciudadanos dignos, y es que el estudiante sintetizaba para Samillán, el destino de Lambayeque.
Escribir - en este instante gris, con el corazón triste y la mente nublada por el sentimiento — la biografía mínima de esta vida tan plena y generosa en realizaciones, de medio siglo de fecunda acción educadora, es hacer la biografía del propio Colegio de San José de Chiclayo y es hacer la biografía del Colegio Iturregui de Lambayeque, porque Samillán Baca es San José y es Iturregui porque se identificó con sus alumnos Esa tarea, labor grata, honrosa, llena de dinamismo y de versátil interés, es gesto superior a nuestras modestas capacidades que limitan la tiránica disposición de espacio y que, propia de libro, otros más autorizados, algún día habrán de escribir.
Manuel Samillán Baca fue Maestro Integral que supo conjugar las normas de la pedagogía con la comprensión de los problemas espirituales. él supo como educador, inspirar en el alumno amor por el libro del pensamiento humano, a disciplinar su carácter y a dirigir el espíritu hacia el conocimiento y dominio de la verdad y de la belleza que es practicar la virtud como él lo hizo siempre con el ejemplo vivo de su acción admirable y sin tacha.
Alma intensa, hombre de corazón, espíritu vertical; él abrió trocha en & sendero de la educación, inteligencia y disciplina del carácter de la juventud obsesión apostolado y razón de su vida, por la que con enérgica entereza taló adversidades, incomprensiones y rencores e eliminó obstáculos y arrojó la semilla del porvenir del Colegio Juan Manuel Iturregui. Es que Samiilán, medio siglo atrás, aceptó el reto del Departamento y el llamado de su juventud en los campos aún incultos de la educación, con todas las obligaciones que supone laborar contra la indiferencia del medio y el egoísmo humano. Es que el recordado Maestro, para ser perfecto, cruzó entre nosotros el camino espinoso del dolor y supo cargar estoica y silenciosamente, la pesada cruz de la ingratitud y del rencor que lo arrojaron y el ostracismo de la subrogación injusta e ignominiosa con sus durezas y soledades.
Treinta años, profesor o director del Colegio San José; fundador, nervio y espíritu del Colegio Iturregui; Presidente del Rotary Club, Sindico del Municipio, miembro activo de toda institución o gestión de bien colectivo y social, jubilado en el año 1962 en compensación justa de una vida consagrada a la educación, descontando un doloroso lapso de obligada ausencia de las aulas escolares, víctima de la prepotencia e incomprensión funcional de un Director de Educación Secundaria tuvo que apurar el cáliz amargo de la injusticia que, por misteriosos azares de la vida parecen obligados a saborear los hombres excepcionales. Injusticia subsanada en el año 1,957 al ser repuesto en su cargo por la decidida intervención de la Representación Parlamentaria.
Esa cruel lección, lección del coraje de vivir la vida con toda su carga de insatisfacciones, es una forma de la sabiduría, es la sabiduría misma porque Samillán practicó la sabiduría de la vida, vida impresionante y hermosa porque fue plena, integra, útil y generosa. Samillán deja para Lambayeque un legado: el Colegio Iturregui y, para la juventud, un mensaje que es la lección inolvidable de su cultura, de su disciplina personal y de su don de gentes.
En esta etapa crucial del hombre, de crisis de la educación y de autoridad, de crisis política y social; en esta quiebra de valores y principios, el nombre de Samillân Baca será recordado por su devoción a la verdad, al imperio de la inteligencia y de la disciplina, porque su repudio a toda ignorancia y desorden, normas que enseñó y practico en el aula y en la calle, porque su misión de Director jamás en la puerta del plantel la campana señalando fin de Las labores y salida de ciases. No — más allá — en la calle también le importó mucho el comportamiento y conducta del alumno; amor y disciplina que éste devolvía a su manera.
Aún repercute en nuestros oídos ese rumor de pasos y de voces, confusión de todo, expresión libre y bullanguera del alma estudiantil, eco inconfundible de la ausencia de autoridad y súbitamente, el grito apagado, suspenso intempestivo de la mataperrada, formalidad absoluta porque se acerca el profesor cuidado... que viene ¡¡¡Huevitooooo!!! Es decir, que viene, que se acerca veloz el orden y la disciplina. Sí, como suena. ¡¡¡Huevitooooo!!! Mote, apodo inevitable, inofensivo, juvenil, sin mala intención, producto de la implacable, aguda y sarcástica imaginación estudiantil, de la que no escapa el más perfecto profesor del Colegio. Más, cuánto daríamos hoy, ya maduros, serenos y reflexivos por no haber gritado ni a la distancia, a soto voce, para esquivar el dedo acusador ¡¡¡Jebito!!!. Sí. cómo nos afecta, cómo sentimos ahora que ha desaparecido quien fuera cabal expresión de dignidad, quien tanto hiciera por nuestra formación física y espiritual; el Maestro y Director que dio a sus alumnos más de lo que suelen dar muchos padres de familia por sus propios hijos.
Es que la muerte nos trae la última dimensión de hombre que es por lo general, la más grande y cabal: aquella que vemos libre de humanos egoístas y munidos de honda y trágica realidad... Miseria humana... Exigimos la muerte, el sacrificio cruento o la inmolación del hombre para hacerle justicia. Y, muchas veces, ¡I qué justicia j?? Ni las Palmas Magisteriales que con motivo de su jubilación, solicitaran autoridades y entidades representativas del Departamento y en su Cámara, el ex diputado Oneto; Palmas que el Ministerio de Educación que, con muy honrosas excepciones, suele distribuir generosamente con prodigalidad del reparto de programas y que regatea con usura de agiotista a quienes que como Samillân Baca, Maestro y Educador por antonomasia, las merece pero no las piden.
El viejo y querido Profesor, educador de generaciones ya de profesionales y de ciudadanos útiles a la Nación fue mentor, guía y colaborador de profesores de la talla de Nicolás La Torre, Oyola, Lastres, Cadenillas, Guillermo Del Castillo, Orrego, Bocanegra, Arbulú, Mondoñedo, Rosas, Basailo, Silva Salgado, Burga, Adrianzón y otros insignes forjadores de vocaciones, maestros educadores de verdad con profunda convicción magisterial.
Discutidos por algunos, admirados y respetados por todos, ha sido necesaria su muerte para que muchos comprendan la verdadera dimensión humana de este gran hombre, del amigo y del profesor que amó a la juventud con amor de padre y espíritu de educador, Se ha dicho que “sólo los grandes hombres son criticados” Como tal muere Samillân Baca, pero, con el corazón libre de rencores, con el pensamiento en su Lambayeque lejano y con la palabra Iturregui” a flor de labios; plenitud espiritual del deber cumplido en el sendero de su vida. De él se puede afirmar por su espíritu y dinamismo, que tuvo ancianidad joven, porque la ancianidad cuando alumnos a sus buenos profesores, no es razón para el despojo infinito. Pero es que aún el roble, la encina y el algarrobo, saciado de tiempo caen al fin algún día abatidos por la guadaña mortal e inexorable de Cronos. Así como el tiempo depura la imagen del hombre, la muerte purificara la imagen terrena de Samillân Baca, porque la gloria no es de los seres vivos: “Cinesi gloria senavenit”, “La gloria vendrá a nuestras cenizas’.
Lambayeque y el Colegio Iturregui tienen una deuda de honor que cumplir en memoria de Samillán Baca. Como ciudadano y como educador, se impone fundir en bronce la ima9en que perennice el recuerdo de un pueblo y su juventud; efigie que en el gran Hall de ingreso al Colegio lturregui sea inspiración permanente de inteligencia, de carácter y de integridad humana
Ha fallecido un hombre, un hombre que fue maestro en palabra sabia, un hombre digno, un amigo leal. Ha fallecido un Maestro, un amigo. Ha fallecido Manuel Samillán Baca
Lambayeque está de duelo, el Pabellón de su Colegio con crespón a media asta y nuestros corazones afligidos ante la decisión del destino. Si es verdad que los hombres pasan y las obras quedan, aunque los restos mortales de Samillán Baca reposen en camposanto limeño, su corazón de Maestro, su gran corazón de hombre noble, latirá eternamente clavado en el Colegio Juan Manuel lturregui de Lambayeque.
¡¡¡HA FALLECIDO UN GRAN HOMBRE!!!

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